Son ellos.

Ellos

Post n°18 pubblicato il 26 Febbraio 2009 da viajera67

Son ellos.

“Son ellos” me dijo. “¿Los buscastes a todos? “. “Uno por uno, los esperé cuando salían de sus casas, cuando acompañaban a sus hijos a la iglesia, cuando los recogían del colegio”. “¿Cuántos son?”. Diecisiete, hasta ahora. “¿Tu marido sabe en que estás metida?”. “Prefiero no contarle nada. Le digo que salgo con mi cámara para fotografiar paisajes.”.”¿Nunca vio las fotos?”. “No, que yo sepa”.

“¿Cómo pasó?”. “Tenía diecisiete años, iba al colegio. Mi padre era campesino, no teníamos nada, y estaba harta de tanta miseria. Esperábamos un cambio social, el individuo no puede enfrentarse al Estado…”. “¿Sigues pensado lo mismo?”. “Sigo viviendo en una casa de adobe…”. “ Sigue.”. “Llegaron unos veinte encapuchados, de noche, a la casa de mis padres. Buscaban libros, algo de Sendero. Yo estaba tranquila, sabía que en casa no había nada. Finalmente uno de ellos dijo: “Terruca de mierda, ¡ahora te jodiste!. Llevaba algo en la mano”. “¿Qué era?”. “Era un manual sobre cubismo.” “¿Prohibieron libros de arte?”. “ ¿Qué arte?, ¡Pensaban fuera un libro sobre Cuba!”. “¡No me lo puedo creer!”. “¡Cómo lo oyes!”. “Me pegaron en la cara, en el estómago. Mi madre gritaba “¡Asesinos! ¡Dejadla en paz!, Mi padre se desmayó”. “¿Y tú?”. “Me vendaron y me llevaron a la comisaría. ¡Mira! ¡Aquí está! ¡Es éste con bigote! ¿Quién es?. Es el tonto que se llevó mi libro de arte…”.

“No pongas esta cara. Viste a Paco, ¿no?. ¿Te dijo como nos torturaron?”. “Sí”. “Estábamos todos atados en el suelo, ojos vendados, sin poder ir al baño. Me vino la regla pero no sabía si era eso o otra cosa, porque tenía mucho miedo”. “Vaya”. “Entraban en grupos de dos, de tres y nos golpeaban al azar. Lo peor eran los gritos de los demás. No sabías cuando te iba a tocar a ti. Lo esperabas casi con alivio, porque cuando te golpeaban te dejaban un ratito en paz.”. “¿Estuviste allí mucho tiempo?”. “Una semana, tal vez dos. Perdí la noción del tiempo”. “¿En qué pensabas?”. “En vengarme. Quería salir de allí y matarlos a todos”. “¿Todavía lo piensas?”. “Bueno, ahora tengo a mi hija”. “Háblame de ella”. “Ahora no. Una tarde se me cayó la venda y lo miré a los ojos”. “¿A quién?”.. “Mira, aquí está con su esposa, saliendo de la iglesia. Parece un hombre devoto, un buen padre de familia.”. “¿Quién es?”. “Era el peor de todos, le gustaba tirar patadas a la cara, ver bajar la sangre.”. “Un sádico”. “Cuando vio que se me había movido la venda, se me acercó y me dijo: “Muñequita,, ¿quieres dar tu sangre por la revolución? Y me tiró una bofetada horrible. Tenía miedo, pensaba que nos iban a matar”. “¿No llamaron a un abogado?”. “Amiga, en el Perú gobernaba el “chino”. “Claro”. “Imagina: en aquellos días pensaba que morirse fuera lo peor. Luego me hicieron cambiar de opinión.”.

Un día nos dijeron: “Levántense, terrucos! Los vamos a trasladar al infierno”. “¿Antes a qué te dedicabas? Me gustaba pintar. Amaba los niños, los colores, la vida. Los niños representan la vida, y a mí me hicieron abortar. “Terruca de mierda, estás preñada, te vamos a soltar. Hubiera preferido quedarme allí, no ver a nadie. Cuando regresé a casa mi madre lloraba, noche y día, no podía parar. Mi padre no hablaba. Cuando salí de casa era una niña, luego no sé ni lo que era.

“Odiaba mis años, mis pinturas y mi juventud. Y lo peor fue cuando decidí denunciarlos. Todavía creía en la justicia”. “Cuéntame”. “Me entrevistaron en una tele local, un periodista quiso ayudarme.” “¿Contaste todo?” “Nombres, lugares, fechas”. “¿Y qué paso? “Te dije dónde vivimos, ¿no?. ¡Despidieron al periodista!”. “Nooo”. “Y tuve que aguantar las miradas de la gente. ¡Algo habrá hecho, en algo se habrá metido!. ¡Hipócritas!”. .

“Todavía no te he contado cómo fue”. “Si quieres lo dejamos para otro día…”. “Fue en la playa, cuando nos trasladaban de Tumbes a Chiclayo. Sabía que algo terrible iba a pasar porque no paraban de tocarme. De repente uno dijo: muñequita, ¿nos vamos a la playa? Sentía acercarse las olas del mar, y tenía miedo. Primero el jefe, luego el capitán, por último el teniente. Lo hicieron por orden y grado, uno tras otro, como si yo fuera un trofeo de guerra”. “¿En qué pensabas?”. “En nada. Intenté escaparme, luego me sentí morir. Perdía mucha sangre. Me desmayé varias veces. Me llevaban al mar, abría los ojos y recomenzaban”.

“¿Esta niña es tu hija?”. “Sí”. “¿Cómo te imaginas su futuro?”. “La quiero libre y feliz. Quiero verla pintar, quiero disfrutar de sus años. Mira, estos cuadros son por ella”. “¿Volviste a pintar?”. “Hace poco, todavía me cuesta”. “¿Tienes miedo?”. “A veces. Saben que los estoy buscando. Quiero publicar estas fotos.”. “¿Estás segura?” “ Quiero volver a soñar, a vivir”. “¿Y ahora?”. “Tengo que ir a recoger a mi hija al colegio. ¿Me acompañas?”.

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