Cayetana

Cayetana

Post n°19 pubblicato il 26 Febbraio 2009 da viajera67

Querida Cayetana,

Paseaba por las calles de París cuando vi un afiche de una exposición tuya en la avenida Libertadores, a unas cuadras del hotel donde me hospedaba. Había salido con unos amigos a festejar la salida del último libro de Bryce, del autor que marcó nuestro encuentro en Lima ¿te acuerdas?.

Lo habían invitado a una charla en una cafetería del centro. Las dos llegamos tarde, había mucha gente. Pensaba regresar a casa cuando te vi llegar. Tenías prisa, se te notaba en el ruido que dejaban tus tacones pisando la calle. Tenías una invitación especial pero, aún así, no te dejaron entrar. Te enfadaste mucho y eso me gustó. ¿No veías la cantidad de gente que esperaba?. Parecías de otro mundo: bien vestida, cara sonriente, ¿qué hacías allí?

Intenté protegerte: cualquier transeúnte hubiera podido llevarse tus cuadros, tus anillos, incluso tu chaqueta. ¿Cómo se te ocurría llegar con semejante maletín? ¿Eran obras de arte?, ¿Dibujos tuyos?. Vi que buscabas algo y te invité un cigarro. Luego a dar un paseo, una copa y, dos horas más tarde, nos olvidamos de Bryce y de todo. Me invitaste a tu casa, querías enseñarme tus cuadros.

Vivías con tu novia pero estaba fuera, por trabajo. Tu casa era la de un artista: esculturas, pinturas, fotos de viajes. ¿Y si ella regresaba?. Eran las dos de la mañana y seguía charlando con vos. Me llevaste a tu estudio: pinceles, un cuadro inacabado, trapos llenos de colores. ¿Era aquello tu mundo?. ¿Y el mío? Mejor no hablarte: demasiado chico para vos.

Aquella noche me hablaste de Goya, del Prado, de Dalí te emocionabas conmigo porque había contemplado cuadros, visitado museos. Pero de arte no entendía ni jota. ¿Te diste cuenta?. Yo escuchaba fascinada mientras las horas pasaban. Tenía que regresar a mi casa, alistarme para el trabajo pero algo me atrapaba a vos.

¿Eran tus cuadros? ¿Tu voz?. Te di mi teléfono, nos despedimos en la calle. Empezaste a llamarme: una charla, una exposición, ¿te apetece venir? ¿Podrías llevarme unos pinceles?. Claro que sí. Tu novia nunca estaba, ¿tanto trabajaba?. Tus pinturas me gustaban cada día más. Observaba los Guayasamins, me fascinaba la belleza de los detalles, la elección de los colores.

No querías venderlos, estabas preparando una exposición a París. ¿Y si te gusta tanto y te quedas allí?. Maldita Europa. Empezaste a estudiar francés, yo sabía algo pero no quería que aprendieras. ¡No te vayas, por favor!

Dejamos de vernos durante un tiempo. Tu novia reapareció de repente, ya no me llamabas, no hizo falta explicar nada. Soñaba con tus pasos bajo la lluvia, ¿estabas llegando o acababas de irte?

Regreso a la calle donde vi tu afiche, espero que nadie me vea, lo quito de la pared y me lo llevo al hotel. Esta noche quiero mirarte así, preguntar a esta mezcla de colores qué pasó con tu vida. ¿Estás sola? ¿Te espera alguien? Mañana regreso a Madrid, podría pasar a ver tus cuadros, llevarme un trozo de ti. Tal vez estás en el cuarto de al lado, compartimos el mismo hotel, y me hayas visto llegar. Alguien sube por la escalera, ¿tendrá la cara manchada de colores? Tocan a mi puerta, me paralizo. ¿serás tú?.

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