Roca

Roca

Post n°47 pubblicato il 01 Marzo 2009 da viajera67

Te veo fuerte como una roca, yo pequeña y tú inmensa, buscaba tu mirada a la salida del colegio, pero nunca la encontraba, estabas ocupada: mucho trabajo, poca plata, una vida de esclava.

Necesitaba un abrazo por las noches, antes de acostarme o por las mañanas, antes de salir de casa, per lo único que recibía era una descarga de insultos que no era lindo escuchar. Pedías que te ayudara en casa, era una mujer como tú, una desgracia de la naturaleza, pero era sólo una niña, tenía derecho a jugar, estudiar, a descubrir el mundo.

Cada vez que me veías con un libro en mano pensabas malgastase mi tiempo, los libros dan independencia, te hacen soñar, reír, te vuelven ambiciosa. Una mujer tiene que buscar a un hombre que la quiera o, por lo menos, que la respete, que no se emborrache y no le pegue. En eso, sólo en eso, querías dar a tu hija un futuro diferente del tuyo.

Pero ella te traicionó. Su padre le compró una moto, un carro, le dio plata y la trató como una reina. Lo peor es que le dedicara su tiempo, un tiempo que nunca fue tuyo. Se la llevaba a la playa, le enseñaba a nadar, la recogía del colegio. Esto no lo soportaste nunca. El fracaso de tu vida reflejado en los ojos y los sueños de tu hija. Necesitabas matar la sonrisa con la que ella regresaba a tu casa. La llamaste puta, era lo único que se te ocurría, le pegaste, la humillaste, la echaste de tu vida. Volverás de rodilla, le decías, pero ella cerró la puerta de tu casa y nunca más regresó a buscar tu mirada.

Con poca plata y muchos sueños saltó de una cama a la otra, se sentía una puta pero no le importaba. Su padre le había enseñado a respetar su cuerpo y sus deseos, él vivía así su vida, un hombre es dueño del mundo. Coge, deja y consuma, así de simple la felicidad de la vida.

Un día la llamaste para decirle que habías acabado la carrera, deseabas ella fuera a verte. Se horrorizó cuando descubrió como vivías: te encontró en la cama con un hombre, no te regañó pero deseaba hacerlo, la daba asco tu ropa, no era el símbolo de un avance social, tus amigos te parecían raros: los hombres mujeres y las mujeres hombre. No era el mundo académico que esperaba, un mundo que siempre la excluyó y que ahora no reconocía.

Pero cuando leyeron la nota final se puso a llorar, no se lo esperabas, iba a regresar a su casa contenta, pensaba en el marco que iba a comprar, la gente podía decir lo que quisiera, su hija entraba por la puerta principal a un mundo que ahora le gustaba.

Pensó cuando la llevaba a recoger aceitunas a los ocho años, hacía mucho frío y ella lo sabía, a la niña se le congelaban las manos, pero su madre no tenías piedad. Ella también había hecho lo mismo sin quejarse, deseando ser buena niña, buena mujer, buena esclava. La obligan a ir a la iglesia, a cantar en el coro, a conservar el honor de su cuerpo, a trabajar por la familia. Nunca fue dueña de su plata, de su vida ni de su cuerpo.

Ahora extraña a aquella niña que no soportaba, deseas tocarla y compartir su vida, pero ella está lejos, no está huyendo de tu mirada, esto dejó de hacerlo hace tiempo, ha simplemente aprendido a vivir una vida diferente, le encanta viajar por el mundo, no vive con ningún hombre y esto no entiendes. Con los muchos que hubiera podido escoger no eligió a ninguno. Llegó un momento en el que sólo viste mujeres en su vida, al principio te gustaba pero luego empezaste a preocuparte. Dejaste de pegarle y de llamarla puta, pero ella no cambió su vida.

Cuando te sientes triste miras el cuadro que colgaste en tu salón, lloras como lloraste aquel día, pero ahora no te importa de su vida, quieres sólo que sea feliz como nunca lo fuiste en tu vida, no plancha para ningún hombre y esto te llena de orgullo, te demostró que era posible vivir una vida diferente. Aprendió que el precio de la libertad lo pone la gente que nunca se mueve de su casa, el precio que le pusiste tú, el que te pusieron a ti, el precio de una cadena que alguien decidió romper.

Ahora quieres que regrese a tu casa y no sabes como decírselo. Ella también desea verte pero tampoco te lo dice. Vuestra relación se ha resuelto en llamadas semanales de un capo al otro del mundo. Como estás, has comido bien, se acaba la llamada y no le has dicho que la quieres. No sabes donde vive tu hija, no tienes ni un mapa en tu casa, sabes que está lejos y deseas abrazarla como cuando era niña y te llamaba por las noches, se mojaba en la cama y la humillabas, lastima que no escuchaste su deseo, lastima que la pegaste tanto, lastima que ella nunca puso al mundo una hija. Aunque sola, sin hombre, pero una hija suya.

Hubieras querido educarla, sangre de tu sangre, le hubieras enseñado a leer, a escribir, la hubieras llevado a la playa, enseñado a nadar, le hubieras comprado una moto, un carro, un libro, un billete de avión, la hubieras recogido del colegio. La hubieras abrazado tanto que esta niña hubiera decidido ser una puta, una santa o una mujer cualquiera, de esto poco te habría importado, la gente diga lo que quiera, el cuerpo pertenece a quien lo lleva y no a que lo juzga, esto lo aprendiste col tiempo, lastima que esta niña no eres tú, hubieras podido vivir una vida diferente y nadie te lo dijo, excepto esta mujer que ahora vive al otro capo del mundo y que deseas abrazar y besar como nunca deseaste hacerlo con nadie.

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