Moscù.

Moscù

Post n°15 pubblicato il 26 Febbraio 2009 da viajera67

Me hubiera gustado verte en Moscú, en la Plaza Roja, en el año de la gran revolución. Reconocerte entre una muchedumbre llamada gente, llamada pueblo, que canta con la imagen del gran camarada que ha luchado y derrotado al fascismo. Tú y yo sabemos que la revolución, la Gran Revolución, no durará eternamente. Los burócratas, los funcionarios matarán más que las minas y las bombas.

¿Matarán, verdad? ¡Matarán!

Me gustaría llamarte Margherita. Y no me importa que para Bulgakov fuiste sólo una bruja rebelde. Vendiste tu alma por amor. Me gusta llamarte Margherita. Te miro a los ojos. Son verdes tus ojos, ¿verdad? Nuestra primavera no será eterna. Llegará el tiempo de las grandes purgas. Estalinistas, anti estalinistas, las purgas son purgas.

El silencio de los campos siberianos es más intenso qué la sangre derramada en los campos de batalla. La gente tiene miedo. Tú y yo tenemos miedo. El Gran Hermano nos protege, nos acompaña, y nos mira. Estamos perdiendo la revolución, compañera. El gran camarada nos dijo que era todo para el pueblo. Pero el pueblo tiene hambre. Y camaradas matan a camaradas. Hermanos de sangre. En Moscú se muere de frío, amore mío.

Quisiéramos gritar que la libertad no se puede quitar ni congelar, pero las palabras se nos mueren encima. Ahora soy yo quien tiene frío. ¿dónde te has ido, amore mío? Te busco, te reconozco, cantas con el pueblo: eres tú! ¿Qué quieres decirme, amore mío?

Quisiera decirte que hay presos en la calle y que un día en Barcelona, como en Pekin, en Moscú, como en muchos rincones del mundo. Con prensa, sin prensa, hermanos de sangre! ¡Camaradas! Te acuerdas de Barcelona, amore mío?

Huiremos, defenderemos nuestro amor. Luego un escritor inglés escribirá algo sobre nosotras. Te llamará Julia. Dirá que un día, en la calle, después de una fuerte represión, no nos ¡sa-lu-da-re-mos! ¿Qué ha cambiado entre nosotras amore mío? ¡Yo quiero a Margherita, alla mia piccola Margherita! Hace mucho frío en Moscú. Quisiera darte un beso,

y me acuerdo de un día en el que viniste a verme sin avisarme. Todavía vivía en tu barrio, o tú en el mío, ya no me acuerdo. Estaba durmiendo, me despertaste. Te colaste en mi cama, en mi cuerpo. Despacio. Lo hiciste despacio. Me desperté y vi tus ojos. ¡La hostíaa!

La plaza roja ahora está llena de gente. Te reconozco entre la muchedumbre, entre el pueblo que canta, que lucha, que sueña. ¿Conseguirán quitarnos todo esto, amore mío?

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