Monogamilandia.

Monogamilandia

Post n°14 pubblicato il 26 Febbraio 2009 da viajera67

Monogamilandia.

La otra noche quedé con una amiga y la vi, desde lejos, que se despedía de una mujer que no era su novia. Cuando se me acercó no le dije nada, porque esperaba que me comentara algo, pero se portó conmigo como si no le estuviera pasando nada, aunque nunca sus ojos estuvieron tan radiantes y llenos de vida.

Llevo cuatro años en el Perú y todavía no me he acostumbrado a entender como funcionan las relaciones entre lesbianas. Aquí no se pueden ni mencionar las relaciones abiertas,  circulares, cilíndrica y esféricas…todo huele a monogamia y a hipocresía. Discutir de estos temas con mis amigas, las “emparejadas”, las “enjauladas”, es impresa titánicas. Cuando están solas te parecen liberales, mujeres deseosas de experimentar, de saber qué se siente cuando el cuerpo y la mente no van por el mismo camino. Pero cuando se les acerca su pareja cambian de argumento, de golpe se vuelven segurísimas: ¿el deseo corporal, intelectual, físico y afectivo? . ¡Todo lo encarna mi novia! ¿Cómo nos conocimos? Y empiezan el cuento que ya escuchaste mil veces. Quieres escaparte pero no puedes, tienes ganas de decirle: “¡pero si te vi la otra noche con la otra, y me pareciste la mujer más feliz del mundo!.  

Esto me pasa por ser una mujer europea, “fría”, calculadora y liberal. Acostumbradas a soportar cuernos desde la cuna, nosotras podemos quedar con la amiga de la amante de la novia, todas juntas alrededor de una mesa, a ver quién es quién y hacia donde vamos. Extraño mucho estos tipos de relaciones, no sé que daría para que me saquen la vuelta y me lo digan, para que me presenten la mujer de la discordia, la que me quitó el sueño, la que mi pareja deseó. Aquí una mujer lleva años sin conocer a la persona con la que despierta y programa sus vacaciones.  ¿Está realmente conmigo cuando me acaricia la cara? La duda te tormenta hasta que un día te comentan que lleva meses saliendo con “otra”. Le hablas, de golpe se rompe la relación, y nunca más la vuelves a ver.

Porqué, claro, para que no le pase lo que te pasó, la “otra” la tiene encerrada en su mundo de fantasías. Nunca sale sola, si la llamas para tomarte un café, ella piensa cosas raras,  te comenta orgullosa que su novia no le permite estos encuentros libertinos. Una noche te busca y te sorprendes, tienes ganas de verla y de abrazarla. Pero te llama sólo porque quiere que la “otra” escuche que la historia que tuvo contigo se acabó. Esto ya quedaba claro, ¿para qué remarcarlo?.Y te la imaginas a punto de firmar un tratado de divorcio en plena regla.

Tal vez te equivocaste en todo, incluso de continente. Una amiga llama América Latina, “monogamilandia”. Claro, ella vive en Madrid donde entre matrimonio,  relaciones libres y parejas de hecho, nos llevan siglos de distancia. Pero algo podríamos hacer también en esta parte del mundo, ¿qué les parece?

Me acaban de pedir que escriba algo sobre la sexualidad entre mujeres, y no sé por dónde empezar. Aquí el problema no es tanto tener una amante o a una novia, sino establecer una relación madura. Acabo de conocer a una mujer que me dice, durante nuestra primera cita,  que soy el amor de su vida. Una persona sana de mente escaparía de esta jaula, ¿Tantos rollos para echarse un polvo?, dirían mis amigas las poligámicas de Madrid. Pero si le digo esto es ella quien se escapa, y con todo el esfuerzo que hice para que viniera a verme, le pongo el candado al cuello, y tiro la llave al mar. 

Col tiempo todas estas actitudes pasan factura, en “monogamilandia” las cosas no son tan claras como aparecen. Sueñas con tus viejas amigas y amantes, y con tu vida anterior. Un día conoces a otra, quedas con ella, y te sientes culpable. Pero no se lo comentas a nadie porque la traición es pecado mortal. Vives una doble vida, luego una triple, y finalmente una infinidades de vidas paralelas. Es una ciudad tan grande que te permite mantener el juego durante meses. Pero un día quedas con una amiga, ella te ve con la “otra”, y sigues mintiendo porque ya no te fías de nadie.

A todo esto a mí me queda el recuerdo de una mujer que, despidiéndote, hizo brillar tus ojos.  ¿Estuviste en la cama con ella toda la tarde?, ¿Cuándo enfrentarás a tu novia? . No hay quien pueda parar una gran pasión, ni siquiera la cruz de la Opus que besamos en semana santa. Quisiera lanzar una campaña para tirar al mar todos los candados, las llaves y  las novias del mundo. Si alguien se anima y me lleva a la orilla del mar, yo encantada de recibir un empujoncito, de abandonar  monogamilandia, y de ver que hay al otro lado del mundo. ¿Te animas?

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