Frente de Aragón, mayo del ’37.
Guerra civil española.
Diálogo entre una Prostituta y una Anarquista.
P.- No me mires así, Lucía.
A.- ¿Estuviste con Paco?
P. – No es asunto tuyo.
A. – Con Paco, con Juan… Dime: ¿Les cobraste?
P. – ¿Qué más te da?. Aquí vamos a morir todos.
A. – Estamos en plena revolución. Los compañeros no pueden contagiarse.
P. – Con pulgas y piojos me siento peor que en Barcelona.
A. – Ya sé: el frío, los fascistas… esta maldita guerra no acaba. Tienes que aguantar, compañera..
P. – ¡No me llames así!. ¡Yo no soy compañera de nadie!
A. – ¡Mira guapa, que aquí nadie está por gusto!.
P. – ¿Y tú qué? ¡Anoche te vi con Ramón!; ¡No lo niegues que se enteraron todos!.
A. – No vamos a comparar. Ramón es mi compañero, lo era desde antes…
P. – ¡Estoy harta de toda esta hipocresía! ¿Si quiero echarme un polvo tengo que consultarme con el Comité Central?
A. – No me lo pongas difícil. Sabes que la prostitución está prohibida.
P. – ¿Y quién la prohibió?
A. – Ya te dije: los hombres se están muriendo en mancha…
P. – No me eches la culpa…
A. – No es cuestión de culpa…
P. – ¿Y qué? ¿Nos vamos a encerrar en un monasterio?.
A. – Las monjas se están llevando la peor parte. Desde luego apoyan a Franco y a todos los fascistas de Europa.
P. – Pobrecitas…
A. – Reza por ellas, si tanto te importan.
P. – Aquí tengo un rosario.
A. – ¡Ahí, noooo! ¡Una puta con rosario!. ¡Sólo esto faltaba!.
P. – ¿Está prohibido rezar?
A. – Sólo los fascistas van a la iglesia.
P. – ¡No es verdad! !Yo iba con mi abuelita, cuando era niña!
A. – ¿Y luego qué? ¿Te perdiste en el camino?
P. – Mira donde estoy. ¡Disparando a los fascistas que tanto bien me hicieron!
A. – ¡No hables así, joderrrrr! Estos cerdos prepararon el golpe y mataron a niños inocentes..
P. – Lo siento, Lucía. Es que cuando me siento sola digo tonterías.
A. – ¿Por qué viniste al frente, entonces?
P. – Para estar contigo, Lucía
A. – No me mires así. ¿Que’?,¿Eres lesbiana?
P. – ¿ Esto también está prohibido?
A. – No lo sé Lola, no me compliques la vida.
P. – Y suerte que vine con los libertarios… Aquí la anarquía está tan muerta como la vida misma.
A. – Lo siento, a veces no sé lo que digo.
P. – Somos dos.
A. – Esta guerra nos está matando por dentro. Nadie nos vende armas, Italia y Alemania apoyan a Franco.
P. – ¿Y los rusos?
A. – No me hables de ellos, que son los peores. Les dimos toda la plata del banco y enviaron sólo burócratas asesinos.
P. – Es complicada la cosa.
A. – Estamos solos, Lola.
P. – Abrázame, Lucía.
A. – Stalin nos traicionó.
P. – ¿Este hombre con bigote?
A. – Él.
P. – A mí siempre me dio mala vibra. Yo a los hombres me los imagino en la cama, haciendo cositas; y cuando no me los puedo imaginar así pienso que son malos. Deformación profesional.
A. – Eres tan guapa, Lola.
P. – Ahora me sonrojo.
A. – ¿Tú?
P. – Bueno, soy puta pero contigo es diferente.
A. – No hables de eso con nadie.
P. – ¿Y con quién lo voy a hablar? Aquí estamos más solas que la una.
A. – ¿Y si nos fuéramos a México?
P. – ¿Allí que hay?
A. – Hay un presidente que nos apoya.
P. – ¿Tiene bigote?
A. – No tiene. Allí hay artistas, gente revolucionaria.
P. – Si lo dices tú… Con la política no me meto.
A. – Lola, tenemos que irnos, están disparando…
P. – ¿Me enseñas a manejar un fusil?
A. – ¿Quieres matar a los de enfrente?
P. – Si dices que los fascistas son malos, te creo.
A – Son asesinos, matan a gente inocente. Piensa en Guernica, en Madrid…
P- En la cama me parecían buenos…
A- La cama no es todo…
P- Puntos de vista… Ven aquí, déjate acariciar.
A- Me pones nerviosa. ¿Tienes un pitillo?
P. Todo lo que quieras… Relájate.
A. ¿Me enseñas algo?
P. – ¿Qué te puedo enseñar?
A. – A sentirme libre…
P. – De eso no sé. Soy sólo puta, Lucía.
A. – Yo también quiero serlo.
P. – ¿Para sentirte libre?
A. – Sólo contigo.
P. – Entonces no eres puta.
A. – No me compliques las cosas. Vamos, pásame el fusil.
P. Quedémonos un ratito más. Te quiero, ¿sabes?.
A- Yo también te quiero.
P. ¿Desde cuándo?
A. Desde siempre…
P. – ¿Puedo ser puta y anarquista?
A. – ¡Claro que sí! . Cuidado Lola, están cerca. No quiero que te maten.
P. – E yo que quería vivir de amor…
A. – Eso también es amor…
P. – Si lo dices tú… Pásame las municiones, vámonos al frente.
A. – Con cuidado, amor.
P. ¿Sabes qué?. Me muero por tener una cama limpia, una bañera…
A. – ¿Nada más?
P. – Una puta que me enjabone y que luego me lleve a México.
-
– Aquí la tienes. Nos vamos a morir de todas maneras, Lola.
P. – ¡Malditos piojos! ¡Son peores que los fascistas!
A- No bromees, ¡No hay nada peor que ellos!
P. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
A. ¿Qué?
P. ¡Qué me querías!
A- ¿Hubiera cambiado algo?
P- Hubiera cambiado todo…
A- Podemos colectivizar el amor…
P.- ¡Estoy harta de palabras!
A- ¡Scífff! ¡Se están acercando! Cuidado, Lola.
P. No quiero compartirte con nadie…
A- Ojalá salgamos vivas de este infierno…
P.- ¡Ojalá te enjabone esta misma noche!
A. – ¡Por la bañera, entonces!
P. – ¡Por la bañera!