Subía tambaleando por la escalera de su casa, se agarraba a la barandilla, las llaves se le caián al suelo, buscaba la luz, la serradura de la puerta, entraba en su casa: “Ciao piccola, papá é tornato. Fai sogni d’oro, ci vediamo domani”.
Cuando por la mañana la piccola se despertaba se lanzaba como un razo a su cama: ”Ti preparo un caffé papà?”. “Vieni qui, piccola. Raccontami qualcosa di bello. Che fai oggi? Vai a scuola?” “Si papà, adesso ci vado” “non studiare troppo, mi raccomando.” “rimani a letto, papà. Ti porto un whiski se vuoi”
La piccola entraba en classe como una cerilla encendida hablando de política, arte y literatura. La gente se asombraba. “¿de dónde coño saca todo esto?”. “He ganado una beca, papà, voy a acabar la carrera a Paris.”. “Me parece muy bien piccola.” .
Cogía la moto, buscaba el sabor del viento sobre su cara, se iba a la playa, se tumbaba bajo el sol. Tenía todo lo que deseaba: una vida de sueño. Un sueño de vida. “no me dejes, papà” “no te dejo, piccola, estaré siempre contigo. Te lo prometo”
Hace mucho que non nos vemos, papà. ¿qué haces ahora piccola? ¿cómo te va la vida? Vivo en París, papà. Me quedé aquí después de la carrera. Trabajo como fotógrafa. Ahora estoy aprendiendo portugués. Me parece muy bien, piccola.
La quería mucho, papà. Lo sé, piccola. No hace falta que me lo digas. Toujours je me souviendrai de son sourise. Llévame un whiski, ¡anda! Vámonos a dar una vuelta que fuera hay un mundo que se nos escapa. Je t’ai cherché beoucoup dans tout le monde, papà.
Je aussi, petite. Je aussi.