Arbol.

Arbol

Post n°27 pubblicato il 26 Febbraio 2009 da viajera67

Subió sobre un árbol “desde aquí no bajo”.Y mantuvo su palabra.

Se había enamorado de una mujer que no le correspondía. Quería bajarse del árbol sólo cuando ella la hubiese buscado. Ella iba a cines, teatros, salía con sus amigas. Hablaba de poesía, arte, literatura pero no la buscaba. Y Silvia, noches tras noches, se quedaba encima del árbol. “¡Si no me busca, me quedaré aquí!

Un día la vio pasar con una de sus amigas. La llamó. La otra no le hizo caso. Hablaba de literatura: “Últimamente me chifla mucho Benedetti, no te salves, no te quedes inmóvil al borde del camino, no quieras con desgana”. “!Amore!. ¡Estoy aquí!”. “No te salves ahora ni nunca.”. “¡Amore!”. “No te salves”

Le tiró una pera desde el árbol. La golpeó en la cabeza. Claudia se cayó al suelo, Silvia bajó del árbol, recitando a Benedetti: “No te llenes de calma, no te duermas sin sueños, no te pienses sin sangre. No te salves”

La otra la miró interesada: “¿Conoces a Benedetti?.¿Has leído a Cortázar?”. “¡Lo leíamos juntas en la cama!”. ¡Qué romántico!. ¡Una mujer baja de un árbol y empieza a recitar poesías de Benedetti!”. “¿Quieres llamar una ambulancia?”. “ ¿Has leído a Elliot?”. “¡Tu amiga está perdiendo sangre!”. “¿Si te doy mi móvil, me llamas?”.

“¡Suerte que se ha caído una pera del árbol!”. “¡La pera la lancé yo!”. “¿Podemos quedar un día de estos para tomarnos un café?”. “¡Yo vivo sobre los árboles!”. “¡A mí también me encantaría!”.La gente gritaba por la calle: “¡Esta mujer no se mueve!. ¡Tenemos que llamar una ambulancia!”. “Dime, ¿has leído a Borges?. ¿Me das tu teléfono?”. “¿Llamamos la ambulancia sí o no? Yo tengo que regresar al árbol”. “¿Si subiera contigo me hablarías de Cortázar?”. “Yo si subo lanzo peras”. “Yo también, ¿qué crees?”.

“¿Y ahora qué haces?, ¿Estás loca o qué?”. “¡Le tiro otra pera para que no se despierte y vuelva a hablarme de Eliot! ¡No lo aguanto!. ¿Qué se tiene qué soportar para echarse un polvo, verdad?”.

Llegó la ambulancia, la mujer no se despertaba, Silvia decidió acompañarla hasta el hospital. “¿Tú qué haces? ¿Vienes conmigo?”. “¡No!. He quedado con una colega. ¡No quiero llegar tarde!. Vamos al Reina Sofía. Cuando se despierta dile que me he ido.

“¿No querías echarte un polvo?”. “¡Me echaré otro!. ¿Qué más da?. ¡La otra está obsesionada con el dadaísmo, pero es menos coñazo que el cubismo!. ¿Me llamas un día de estos?”.

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