Traslado a Lima.

Traslado a Lima 

 Cuzco, noviembre del 2003.

Me acaban de proponer un traslado a Lima y hay una parte de mí que no quiere dejar este pueblo blanco perdido entre los Andes, este perfumen a papas y a jugo de papaya con el que me despierto todas las mañanas, esta posibilidad de escaparme a ver el lago más alto y hermoso del mundo: el Titicaca, verdadera maravilla de la naturaleza.

Este pueblo me pertenece como el humo del incenco que acabo de prender y que invade mi cuarto y mis noches de insomnio. Dejar un pueblo para ir a una ciudad grande, para vivir en una metrópoli latino americana. El sueño de mi vida. A los dieciocho me escapé hacia el norte, deseaba vivir entre gente culta, abierta y libre. Aquí también me siento en una jaula: “pueblo chico infierno grande”. Haga lo que haga, todo el mundo se entera. A veces tengo ganas de mandar todos a la mierda. Y en la lista incluyo la idiota que me “acusó” de amar según pasión y no según lógica. Pobrecita, mi vida no ha sido fácil pero no quisiera meterme en la tuya. Aquí amar a una mujer es difícil, a los diecisiete el primer hijo, a los vente ya estamos al tercero. ¿E yo quién soy? Europea, blanca, feminista, lesbiana, rebelde, puta, intrigante. Voy al gimnasio todas las mañanas y, cuando descansamos un rato me preguntan: ¿cuántos tienes? Porque el hecho de no tener hijos es un insulto, un escándalo, una provocación. Pero adoras a estas mujeres, digan lo que digan, y al final quisieran ser como tú, o tú como ella… ya no sabes. .

Y te jode que un día tengas que dejarlas para pisar Chile, Argentina, Brasil y Paraguay. Te jode porqué esto te aleja de ellas. Te aleja de tu alumna que te lleva los frutos de su campo, de tu amiga que te prepara una torta el domingo por la mañana, de tu amante que tal vez dejarás porque de tanto follar no se vive. Pero te gusta follar, te gusta follar una mujer joven, guapa, que te hace el amor todas las noches y te suplica que no la dejes. La vas a dejar y ya lo sabes. Aunque baila en una disco de Lima, aunque te saca de tus libros y te lleva a conocer la capital de movida del sur de América. Sabes que sin ella no hubieras conocido cosas lindas de esta ciudad, encerrada en tu cuarto, en tus libros, en tus reuniones trotskistas. La fotografías desnuda, te gusta como se mueve, encima sobre tu cuerpo. Llevas meses deseando un cuerpo así y, ahora que lo tienes, puedes pisar fronteras y dejártela atrás. En otros países encuentrarás otros cuerpos, esto esperas, y si así no es aguantarás tu soledad. Viniste aquí sola y sola te irás dejándote atrás miles de ojos que buscan visa, pasaporte, plata, sexo, amor, puentes.

Un translado a Lima significa pisar una metrópoli, vivir las discos de ambiente, moverte como una reyna. Tal vez lo hagas y te dejas este pueblo a tu espalda. Pero aquí hay cosas que nunca podrás olvidar. Como gente que, homofobos o cerrados que sean, te ha buscado par luchar contigo. Y han levantado una barrera más alta que la de los incas de la plaza de armas y te han dado un orgullo que ningún 28 de junio en Madrid supo darte.

Aquí, ordenado mis ideas, acabo de regresar de un concierto rock divino, voy a verlos todos los miércoles, bailo hasta que el cuerpo me lo pide, regreso a casa solita, me encanta pasear de noche, mañana gimnasio como todos los días para quemar grasas y relajarte un momento. Luego tus clases de francés tu curro en la universidad, tu alumna que te dice: un día me gustaría ser como Usted, profe. Y te emociona porque te lo dice con el alma, sabes que le encanta como eres, sabes que se muere de ganas de escuchar tu voz. Te da fuerza. La fuerza que buscabas cuando te fuiste de Madrid, cuando una mujer que amabas se dio la vuelta y pisó paredes, fronteras, camas… ahora donde estará? Te lo preguntas tantas veces, buscas su mirada, su sonrisa, te gustaría tomarte un choclo con queso o un jugo de papaya con ella pero no siempre te busca.

This entry was posted in Viaje a Lima.. Bookmark the permalink.