Fernando.

Fernando

Post n°86 pubblicato il 02 Marzo 2009 da viajera67

 Madrid, 26 noviembre del 1999.

Aniversario de la muerte de Francisco Franco

Cuando se acabó la mani me di un paseo por el barrio. Parecía un campo de batalla: escaparates de bancos rotos, botellas por el suelo, gente herida, gritos por todas partes. Estaba con una amiga. Nos habíamos caído al suelo durante una carga, le sangraba la cabeza, tenía la cara mojada de sangre. Los policía cargaban por un lado y los manifestantes por el otro. Estábamos en el medio. No podíamos ni movernos de allí. Unos compañeros vinieron a sacarnos del suelo, una chica gritó a los policías. La golpearon en las piernas, en los brazos. Llegamos a Tirso y solo se veía gente que corría por todas partes.

Llamé a una amiga. La desperté. Necesito verte, le dije. Pasamos por el rastro y otra carga nos sorprendió en la Latina. Llegamos a su casa. Abrió los ojos después de una noche de juerga. ¿Qué ha pasado? Se despertó de repente. Nos invitó a un café. Bajamos otra vez a la calle, el barrio estaba casi desierto, había muy pocas tiendas en el rastro. Conseguí comprarme una funda para el piso, y fue entonces que pensé en ti. Te había encontrado en la mani, distribuyendo panfletos. Nos vemos luego, me dijiste, entonces pensé que tenía que buscarte. Me dirigí hacia el bar donde siempre nos tomábamos un café el domingo por la tarde. No te vi. Me comunicaron tu detención. Los esperaban fuera, iban por ellos, los cargaron como bestias.

Llamé a Paula, el abogado. Tenemos que buscarlos, me dijo. Cogimos un taxi y nos dirigimos hacia donde estabas/y sigues estando detenido. ¿Cómo estás? ¿Qué te han hecho? Por el momento no nos permiten ver a nadie, estamos esperando el SAMUR, nos dicen. ¿El SAMUR? ¿Hay gente herida?Esperamos que llegue el SAMUR y nos diga algo. Luego, por fin, llaman a Paula para que pueda verte. Yo tengo que esperarla en una habitación fría, impersonal. ¡Te veo en el pasillo! ¡Estás hablando con ella! Me acerco, tengo ganas de tocarte, te doy un par de besos. A través de un cristal puedo verte mientras te tocas la cabeza, el codo, la espalda. ¿Te duele? ¿Te han pegado mucho, verdad?

Llega el otro abogado. A mi cliente le han puesto más de treinta puntos en la cabeza!, nos dice. Le duele todo, lo han pegado por todas partes! Sigo mirándote. Sonríes a Paula, intento abrazarte otra vez cuando sales de la habitación pero me cierran la puerta. Aunque haya dicho que sea tu novia no puedo tocarte ni decirte nada. Pasamos por el hospital a ver a otro detenido, los abogados llaman a las familias para tranquilizarlas, luego nos tomamos algo en un bar donde hay gente que nos espera para preguntarnos qué tal estás/estáis. Volvemos a nuestras casas. Me pongo en la cama, me enciendo un pitillo. Es tarde pero no puedo dormir. Pienso en ti. En tus palabras, en tu sonrisa, en el panfleto che me diste en la mani. No puedo tocarte, dormir contigo, prepararte algo que te guste.

Hoy te sueltan, esto nos han dicho. Esta mañana hablo de ti en mi clase de italiano, no puedo evitarlo. Estoy esperando el momento en el que volveré a verte, a distribuir contigo panfletos en las manis. Me han dicho que sales a las cinco. Dejo mis cosas y salgo para ir a verte.

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