Arcilla.

Arcilla

Post n°44 pubblicato il 01 Marzo 2009 da viajera67

Arcilla.

Me gustaría tener una arcilla para plasmar tu cara entre mis manos, como cuando rompiste mis palabras preguntando la razón de mi llegada. Me quedé inmóvil, no pude cruzar tu mirada. El silencio se hizo eterno. Buena pregunta: ¿Por qué estaba allí? Para tocar tu cara, para sentirla entre mis manos. Quería cerrar los ojos y acercarme a ti, pero no te moviste; e yo tampoco.

Un silencio de tumba. Podía escuchar el latido de tu corazón y los pasos de un transeúnte por la calle. Te habías alejado de mí, ¿no soportabas mi presencia? ¿O te estabas acercando e yo, sin mirarte, no me daba cuenta? Qué podía decirte, mi presencia era tu respuesta. Otra no tenía. Me imaginaba tu cara frente a la mía, aunque siguiera mirando por otro lado.

El humo del cigarro inundaba el aire, el único movimiento mecánico capaz de acercarme y alejarme a ti. Un cenicero entre nosotras. ¿Quién lo iba a quitar? Mis manos pasaban desde mi boca hasta tu cuerpo pero, aún así, no podía mirarte. Las palabras bloqueaban mis labios.

Vi unas esculturas en tu cuarto, te retrataban con unos años menos, quería tocar tu cara, estaba yéndome, me esperaba un avión. De repente me levanté, no soportaba tanto silencio. “Es tarde” te dije, “tengo que irme”. Entonces cogiste mi cara entre tus manos y empezaste a acariciarme. Lo hiciste con mucha naturalidad, e yo casi me desmayo.

“¿Dónde vas?” me preguntaste. “A dar un paseo, necesito aire”. “¿Te estás agobiando?”. “No es esto, tengo que irme en todo caso”.“Me gustaría regalarte una escultura, hacerla con mis manos, quien sabe si el tiempo borrará las huellas de tu rostro. Cierra los ojos, necesito tocarte”.

Desperté con el cuerpo mojado, las manos, sobre todo. Estaba recordando tu rostro, llevaba meses si verte. Cogí la arcilla y empecé a moldearte. Pasaban las horas y deseaba verte. De repente apareciste. Más linda que nunca subías la escalera de mi casa. Dejé la escultura y busqué tu rostro en mi alma.

This entry was posted in cuentos. Bookmark the permalink.