nadaba
Una niña nadaba con su padre.
Tenía siete años y no sabía nada de la vida, excepto que adoraba aquel hombre que la hacía reír y la trataba como una princesa. Su madre era fría y distante, como todas las mujeres que han vivido en una sociedad tremendamente machista y aplastante. La familia vivía con un hermano, sumiso y conformista, en un pequeño pueblo del sur de Italia.
La niña quería viajar, estudiar, vivir libre. Pero no había plata y cultura suficiente para realizar sus sueños. Entonces, cuando tenía dieciocho años se fue de casa, cerró una puerta que nunca más volvió a abrir, se fue para buscar sus sueños de libertad.
Muchas veces quiso volver atrás, regresar a aquel hogar que le pertenecía, pero sabía que hubiera sido una derrota, que el precio de la libertad lo pone la gente que nunca se mueve de casa, y tenía que seguir con su viaje, a cualquier precio.
En Bolonia ocupó casas, calles y universidades. La lucha social era su familia. Pasaba de una cama a la otra buscando cuerpos y que la hicieran sentir viva, y le quitasen de encima una cultura católico-machista que deseaba encerrarla en una jaula.
El hombre que la hacía nadar le compró una moto, un carro, le pagaba sus viajes y sueños de libertad. Ella hubiera querido vivir con él toda su vida. Ya no era una niña pero poco le importaba.
Un día él se fue y a la niña, que ya tenía vente seis años, se le cayó el mundo encima, no sabía con quien compartir su sonrisa. La buscó en todas las calles y las camas de Europa y un día encontró, en Madrid, un par de ojos verdes que la volvieron loca. La hacían reír mucho, le hablaban de arte, política y literatura y ella volvió a ser feliz. Esto fue en la Calle Cabeza, al número 33. Un día su madre la descubrió en la cama con esta persona y la echó de su casa. No soportaba verla feliz.
Estos ojos verdes un día se alejaron de ella, nunca se supo por que’, entonces ella no sabía a donde ir y decidió cruzar el Atlántico y vivir en Latino América. Aquí está, no se sabe por que ni por cuanto tiempo se quedará. Tal vez busque alguien que la haga reír, que le enseñe a nadar, que le regale una moto, y que comparta, con ella, sus sueños de libertad.